Este viernes 8 de enero a las 20 horas se estrenará la producción artística «Video Danza La Tente», que fue desarrollado por la compañía de danza penquista «Artemisa». Este trabajo fue desarrollado durante la pandemia, y utilizó algunos de los conceptos que han resultado frecuentes durante la crisis sanitaria, como el aislamiento y la soledad, todo desde el prisma artístico.
La propuesta busca combinar varias disciplinas artísticas, como la performance, la danza y el cine. El resultado es un producto audiovisual con vida propia, que fue filmado en San Rosendo por el audiovisual Javier Januka.
Karen Labbé, directora y coreografía de la compañía Artemisa Danza, responsables de detrás del interesante proyecto, contó más detalles sobre este trabajo.
¿Cómo nace la idea de Danza La Tente?
Por mucho tiempo trabajé la performance desde lo audiovisual. Ahora con la pandemia todas las cosas audiovisuales se comenzaron a trabajar mucho más, sobre todo las artes escénicas. Entonces se me ocurrió trabajar con el tema del cine y la danza, en este formato llamado “Video Danza”. No es que yo haga una coreografía y se grabe. Es más allá, una obra distinta. En el caso de lo que nosotros hacemos, es una danza o coreografía, que luego se edita y se trabaja en el lenguaje del cine.
¿La idea era llevar algunos conceptos de la pandemia a las artes escénicas?
Fue interesante el trabajo porque teníamos como referencia esto que las artes escénicas estaban confinadas, nuestros cuerpos confinados, y se me ocurrió trabajar en un escenario exterior, que tuviera que ver con esa desconexión. Los bailarines estamos cuerpo a cuerpo, nos tocamos, y esto de no poder sentirse era complejo. Por eso la escenografía es en San Rosendo, en unos vagones de tren, y eso nos interesó especialmente, ya que son una especie de cueva donde podemos estar encerrados.
¿De qué forma fueron trabajando la propuesta artística?
Además de bailarina soy arquitecta, entonces me interesa todo lo relacionado con la escenografía y el paisaje, del espacio. En ese sentido quería trabajar con esta sensación de espacio restringido. La premisa fue convocar algunos bailarines, todos de Concepción excepto una chica que es de Alemania. Fuimos e improvisamos, sin música, dejando que las emociones salieran y las posibilidades de movimiento se fueran dando naturalmente en el espacio físico donde estábamos. Por lo mismo a ratos el material es angustiante, y en otros momentos se siente liberador.
¿Costó plasmar esta propuesta en lo audiovisual?
El primer intento fue complicado, porque cada bailarín estaba en su mundo y el cineasta no sabía dónde apuntar la cámara. Por eso repetimos varias veces la performance y él tuvo que ir buscando lo que le parecía interesante. Si era detalle o un todo. De alguna forma convertir esto en una historia. Por lo mismo el resultado final tiene narración. Nos pareció muy interesante la mezcla de disciplinas, escénicas y visuales y el resultado nos tiene muy felices.
Nota: Comunicaciones Extensión y Pinacoteca UdeC