Agosto de 2019 marca un hito para el desarrollo de las tecnologías nacidas en la Universidad de Concepción. En esa fecha, y de la mano del Hub APTA, se firmó la licencia para la comercialización de mallas fotoselectivas en México, el primer paso internacional de la innovación creada por el Dr. Richard Bastías, de la Facultad de Agronomía.
El producto, licenciado en Chile a Delsantek, conquistó rápidamente a los agricultores mexicanos, pues protege los cultivos de una serie de fenómenos climáticos, gracias a la combinación de filamentos de colores que filtran la luz solar. Así, se evita el estrés causado por altas temperaturas o exceso de radiación, ahorrando agua, mejorando el desarrollo de las plantas y aumentando la producción.
Con estos resultados, la sublicenciataria mexicana comenzó a explorar nuevos mercados donde presentarlas, encontrando oportunidades de iniciar su comercialización a otros países de Latinoamérica ¿Cómo avanzar, entonces, de manera ágil, hacia mercados que comienzan a presentar distintas exigencias?
Esa fue la pregunta que se hicieron Sandra Araya, Directora Ejecutiva de OTL UdeC y Varinka Farren, Directora Ejecutiva de APTA, quienes buscaron un modelo que facilitará la llegada de esta tecnología “Made In Chile” al resto del mundo. De esta forma, surgió el acuerdo donde la Universidad de Concepción entrega a APTA una licencia para comercializar las mallas fotoselectivas a todo el mundo, exceptuando Chile y México, con el objetivo de que puedan manejar la serie de sublicencias en los distintos mercados donde va a distribuir Campo Mallas, empresa creada para llevar adelante la comercialización del producto en los mercados más allá de México.
“Estamos aprovechando la complementariedad de capacidades que disponemos tanto en la Universidad como en el Hub”, explicó Araya. “Por nuestro lado, la UdeC cuenta con equipos de investigadores capaces de generar soluciones de interés para distintas industrias, pero nuestro foco no está en la llegada de estos productos al consumidor. Entonces, APTA aporta sus recursos y capacidad para ofrecer, gestionar y alcanzar acuerdos, de forma mucho más ágil y flexible con distintos mercados. Es un método de trabajo virtuoso, en donde cada uno contribuye con su experiencia, redes y esfuerzos para potenciar un resultado que nos beneficia a todos”, apuntó.
La licencia, firmada el pasado 19 de enero, entrega a APTA la facultad para negociar y velar por el cumplimiento de contratos con sublicenciatarios internacionales, proyectando alcanzar en 2021 ventas en Estados Unidos y Europa, y hacia fines de 2022, comercializar el producto en África y Australia.
“Haber dado este paso es, sin duda, un avance muy importante dentro de nuestra vinculación, que permitirá continuar impulsando la comercialización de una tecnología que tiene mucho potencial de ser adoptada por empresas en países, cuya fruticultura es esencial para su economía. Además, da cuenta de cómo la investigación chilena de calidad, que surge de la colaboración estrecha entre la academia, hubs e industria, pueden impactar favorablemente en los sectores productivos de Chile y el mundo”, destacó Varinka Farren.
Abriendo nuevos caminos
La historia detrás del éxito de las mallas fotoselectivas, dentro y fuera de las fronteras nacionales, muestra cómo la colaboración es un ingrediente imprescindible en el proceso de transferencia de tecnologías. Es una carrera de postas, en donde cada etapa tiene un protagonista, pero el resultado es solo obra del trabajo en conjunto. “En las Oficinas de Transferencia y Licenciamiento realizamos una constante tarea de scouting, buscando qué tecnologías desarrolladas dentro de las universidades tienen un alto potencial comercial. En algunos casos, podemos avanzar y lograr acuerdos con empresas a nivel nacional. Pero nuestro trabajo tiene un énfasis al interior de la institución, porque para tener un match se necesita una masa crítica de tecnologías que permita ofrecer a la industria distintas alternativas. Ahí, contar con el apoyo del Hub es fundamental si queremos escalar la comercialización a mercados globales”, detalló Sandra Araya.
“En 2020, la tecnología de las mallas obtuvo más de US$ 1,5 millones en ventas y prevemos que, con esta alianza, el negocio crezca considerablemente, convirtiéndose en inspiración para otros investigadores y emprendedores sobre que es posible desarrollar tecnologías chilenas de primer nivel, planteando soluciones para hacer frente a los desafíos globales. La innovación es clave para que la industria agrícola evite pérdidas cuantiosas y aborde el futuro de manera sustentable, considerando en ello el actual escenario de cambio climático y escasez hídrica”, sostuvo Varinka Farren.
Siguiendo las huellas de esta tecnología, asoman otras innovaciones UdeC con potencial de internacionalización. La Universidad se encuentra en conversaciones con una empresa, esta vez europea, para la licencia de una vacuna recombinante contra la enfermedad asociada a la bacteria Lawsonia intracellularis que afecta a los planteles de cerdos de todo el mundo, provocando muertes y bajas de peso en los lechones. El fármaco, desarrollado en las Facultades de Ciencias Biológicas y Ciencias Veterinarias, fue licenciado por la OTL UdeC en 2019 a la empresa argentina Vetanco, pero sólo para su uso en el mercado americano. “Este producto también es de interés en países de Europa y Asia, y es donde estamos apuntando. Entonces, este modelo de colaboración con APTA nos permite ir marcando nuevos hitos, que pueden guiar el camino hacia un mercado global de nuevas soluciones nacidas en las universidades chilenas”.