Por: Leidy Peña, estudiante de Magíster en Astronomía, UdeC.
Cuando escuchamos en las noticias que un asteroide tiene el potencial de acercarse a la Tierra, la pregunta que nos hacemos es si realmente debemos preocuparnos al respecto. Un asteroide es un objeto celeste rocoso, mucho más pequeño que un planeta y de composición diversa, restos casi inalterados del origen del Sistema Solar de hace unos 4.600 millones de años, y la mayoría de ellos se encuentran entre las órbitas de Marte y Júpiter. Pero también hay asteroides que cruzan órbitas planetarias, por lo que cada cierto tiempo algunos de ellos atraviesan la órbita del planeta Tierra alrededor del Sol, y es por esto que existen programas como el de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra, que hacen constantes evaluaciones y que nos mantienen informados.
Los astrónomos los encuentran, rastrean, caracterizan y monitorean, haciendo uso de telescopios en observatorios en todo el mundo y calculan con alta precisión el recorrido de estos cuerpos para predecir futuros acercamientos con potencial de impacto. Estos objetos próximos a la Tierra (NEO por su acrónimo en inglés-Near Earth Object) ascienden a más de 25.000, pero a pesar del gran número no existe hasta el momento una amenaza significativa que uno de ellos con gran tamaño, mayor a 140 metros de diámetro, y con potencial destructivo pueda golpear la Tierra durante los próximos 100 años.
Hace pocos días, vimos titulares al respecto, de cuerpos que se acercan a la Tierra, como el asteroide Bennu cuya probabilidad de chocar con nosotros es del 0.03% para el 24 de septiembre de 2.182. Cualquier objeto que pase a menos de 7 millones de km cerca del planeta es considerado potencialmente peligroso, PHA Potentially Hazardous Asteroid por sus siglas en inglés, y es por esto que se tiene una constante vigilancia. La caída de un asteroide puede producir catástrofes locales y maremotos, y eso puede ocurrir cada ciento de miles de años, la evolución de la Tierra nos cuenta que las rocas espaciales han jugado un papel decisivo en estos fenómenos, pero en la actualidad no es algo que tenga alarmada a la comunidad científica, a pesar de los eventos que han ocurrido en Rusia de explosiones de meteoroides (rocas mucho más pequeñas que los asteroides) a cierta altura en los años 2013 y 1908.
Por otro lado, establecer las probabilidades que una roca espacial ocasione un daño a una persona es muy difícil, debido a que son sucesos que ocurren con muy poca frecuencia, aunque sin embargo hay algunas estimaciones como la de Stephen Nelson de la Universidad de Tulane que dice que la probabilidad es de 1 en 1.600.000, y de hecho el único caso documentado de un meteorito que haya lesionado a un ser humano fue el Meteorito Sylacauga, cuando en 1954 un fragmento casi 4Kg golpeó una mujer en su casa y sobrevivió.
Por lo tanto, descubrir estos objetos y estudiarlos para determinar su tamaño, composición, estructura y trayectoria puede alertarnos y conducirnos a establecer estrategias de mitigación de asteroides y de esta forma un objeto que sea potencialmente peligroso pueda ser desviado; para eso, se lleva lo que se denomina la Escala de Turín que clasifica el peligro de impacto asociado a objetos NEO, y en la actualidad todos estos están muy, pero muy bajos en la escala, generalmente en cero. Así que, ante otro titular de peligrosos objetos extraterrestres, ya sabemos que las posibilidades son muy bajas.