Por: Dr. Rolando Hernández Mellado, Rector Instituto Profesional Virginio Gómez.
Hoy es indiscutible la importancia de la educación por competencias en nuestra sociedad, ya sea en el entorno personal o como factor indispensable en el desarrollo y crecimiento económico de un país. Por más de un año, hemos visto como ha sido relevante el accionar de los técnicos y profesionales a la hora de mantener la sólida estructura que permite el funcionamiento básico del país y nadie podría negar que son la columna vertebral que sustenta nuestra proyección como nación, transformándose en las bases del progreso.
A pesar de existir desde antes, hace 79 años, el 26 de agosto, a través del D.F.L. Nº 6-4.817, se reconoció oficialmente la importancia de la educación Técnico Profesional en el Desarrollo Productivo del País, generando las condiciones que permitirían la creación de establecimientos de educación superior enfocados preferentemente a este modelo.
Como institución con 32 años de historia, nos enfocamos en el “saber hacer” de nuestros estudiantes, de las capacidades de desarrollar sus labores y resolver las problemáticas que se presenten en el día a día, basados en la calidad de una educación que se proyecta hacia el futuro y una capacitación constante, ya que la educación en sí misma lo es.
Con ese objetivo hemos sido el instituto que ha entregado más profesionales y técnicos a la Región del Biobío y ahora también a Ñuble, por sobre cualquier otra institución técnica profesional, con el convencimiento de la importancia de la educación técnico profesional y del esfuerzo que debemos poner a diario por entregar a las nuevas generaciones todas las herramientas disponibles para forjar su futuro exitosamente, porque ese éxito personal de cada uno de ellos debe ir de la mano del crecimiento armónico y equitativo de nuestro país.
Grandes potencias a nivel mundial han relevado la educación técnico profesional a un sitial destacado. Han entendido que son la gran fuerza que mueve a un país, indispensables para su crecimiento económico y por consecuencia, social. Así, podemos ver el caso de Finlandia, tantas veces mencionado como ejemplo de educación, que es líder en el desarrollo del modelo técnico profesional.
Sin embargo, no sólo las entidades de educación tenemos la responsabilidad en el desarrollo de los técnicos profesionales, sino que también la organización gubernamental y, sobre todo, las empresas del sector productivo que son las encargadas de dar el lugar correspondiente en importancia a sus trabajadores, valorando el desempeño y el aporte que realizan al sector.
A pesar de lo tangible que resulta su importancia, en nuestro país este modelo educativo aún es considerado por muchos como el “hermano menor de la educación universitaria”. Este tema cultural que se mantiene arraigado va cediendo espacios, pero es difícil que quede atrás sin un gran esfuerzo consciente que signifique un cambio real a nivel de la matriz productiva que releve de una vez la significancia e impacto de los técnicos profesionales en los índices de desarrollo del país.
Por ello, si queremos avanzar como sociedad la educación es invaluable. Pero si además queremos crecer como país productivo debemos organizarnos y enfocarnos en generar instancias de desarrollo más allá de la explotación de materia prima, debemos abordar convertirnos en desarrolladores de productos, dar nosotros mismos un valor agregado. Tenemos la formación técnico profesional para lograrlo, sólo falta que las políticas públicas y el sector productivo hagan sus esfuerzos en la misma línea, para transformarnos realmente en el país que queremos llegar a ser, sólo así podremos hablar de sinergia como nación.