Por: Dr. Eduardo Peña Fernández, especialista en Ecología del Fuego y académico de Ciencias Forestales UdeC.
Los actuales incendios de la Región de Valparaíso nos recuerdan la fragilidad de nuestros ecosistemas, la vulnerabilidad de las zonas urbanas y la dificultad para controlar los incendios, especialmente, porque su propagación supera cualquier estrategia y medios tecnológicos utilizados. Esto ya no está en duda ni en los países desarrollados, por ello, se requiere cambiar la filosofía con la que se enfrenta este fenómeno, que hasta ahora ha sido principalmente la prevención tradicional y el combate directo de los incendios, pero se debe ir hacia una prevención basada en el manejo de combustible (reducir, modificar, eliminar), porque así no habrá incendios o estos serán fáciles de controlar, reduciendo el daño.
El manejo de combustible, por costo y tiempo, no se puede realizar en todo el territorio, pero si se puede aplicar en las áreas de la interfaz urbana-rural para aislar los centros poblados del combustible vegetal y así evitar la pérdida de viviendas e infraestructura originada por los incendios de vegetación. En una columna de 2019 expliqué en detalle por qué no se pueden controlar los incendios, fundamentando la necesidad de aislar los centros poblados. La premisa fundamental es que, en las actuales condiciones climáticas, existiendo combustible, los incendios de vegetación no se pueden detener.
Para tener éxito en el aislamiento urbano se deben cumplir varios requerimientos, el primero es que se deben dejar 30 metros despejados de árboles y arbustos en el límite de las viviendas. Por lo menos 10 de estos 30 metros debieran estar despejados hasta el suelo mineral, de tal forma que ningún incendio pueda llegar por tierra hacia la ciudad, puede ser césped verde, pero hay pocas posibilidades con la escasez hídrica. Los otros 20 metros pueden tener pasto y arbustos o árboles aislados, pero el pasto no debiera superar los 10 centímetros de altura, en dicha condición, cualquier foco que se inicie en ese pasto se puede controlar fácilmente. Los 30 metros también son la distancia segura ante la que la radiación no puede generar combustión en material celulósico ubicado a dicha distancia.
Un segundo requerimiento es que más allá de los 30 metros, ojalá en otros 70 metros, se debe bajar la densidad del bosque o plantación (400 o menos árboles, las plantaciones densas tienen 1200 árboles aproximadamente), podar hasta unos 4 metros de altura y retirar el material combustible, así se evita que los incendios pasen a ser de copas o propagación por el follaje, reduciendo significativamente la emisión de pavesas o material encendido que vuela hasta dos kilómetros de distancia y que es realmente el que genera los incendios en la ciudad.
El tercer requerimiento es que, asumiendo que las pavesas son el inicio del fuego en la ciudad, los centros poblados deben estar limpios de combustible fino, en sus patios y techos, así aún cuando lleguen pavesas y usted haya estado obligado a evacuar su vivienda para evitar la amenaza de su vida, su vivienda evadirá la acción del fuego. En los incendios de 2017 en la zona de Florida y Quillón, en la Región de Biobío y Ñuble, los propietarios evacuados durante el incendio que tenían sus viviendas aisladas del combustible rural, al volver se encontraron con la agradable sorpresa de que éstas estaban intactas, a pesar de que todo a su alrededor se quemó.
Un cuarto requerimiento es que en las áreas rurales se deberán hacer cuarteles de vegetación divididos por zonas de reducción de combustible, es un tipo de cortafuegos, o generar un mosaico de zonas sin vegetación arbórea y arbustiva y zonas de diferentes edades o zonas ganaderas. Esta estructura espacial discontinua de la vegetación puede evitar que el fuego se propague en grandes extensiones o lograr que el comportamiento del fuego no sea tan explosivo, permitiendo un control más efectivo.
Un quinto requerimiento, que en las actuales condiciones puede ser fundamental para evitar el daño, es que el límite de la ciudad debe estar conformado por una calle o parque, así sumariamos entre 6 a 10 metros sin combustible que se adicionan al cortafuego rural y, lo más importante, que este límite o calle facilitará enormemente la llegada de los elementos de combate, sean estas brigadas terrestres o bomberos. En la condición lograda, amplia zona sin combustible o baja carga es muy difícil que las viviendas sean directamente afectadas por el fuego. Siendo aún más pragmático, como los incendios se propagan en un 90% desde el sur hacia el norte o noroeste, lo indicado anteriormente sí o sí se debe aplicar cuando al sur de la comunidad urbana exista bosque o plantación, porque ésta será la condición de mayor riesgo. También, las viviendas en la exposición sur del cerro son las que están más en riesgo, ya que el fuego en “subida” se propaga 4,5 veces más rápido y, por lo tanto, requieren de esta área desprovista de vegetación.
El sexto requerimiento es que estas áreas de seguridad de la zona rural y la limpieza de patios y techos se debe realizar todos los años, por ello, se necesita que la comunidad asuma la importancia del autocuidado. Sin su apoyo no se tendrá éxito en evitar las tragedias que en cada temporada de incendios afecta a muchas familias. La ventaja de realizar el trabajo de eliminación de combustible todos los años es que representa menos trabajo o un trabajo más liviano que si se ejecuta cada 3 a 5 años.
Un séptimo requerimiento que se debe considerar a más largo plazo por la falta de recursos en la comunidad, es que las viviendas se deben diseñar y construir en material resistente al fuego, lo que ayuda mucho para que los requerimientos anteriores sean efectivos.
Los grandes eventos de incendios forestales que han ocurrido a través del mundo y en Chile, desde el año 2000 en adelante, junto a la dificultad para controlar y extinguir el fuego (el incendio de Agua Fría en Curicó el año pasado duro 76 días), nos están indicando que la solución es mucho más integral que basarse fuertemente en la estrategia de combate y prevención tradicional. Se requiere el complemento de múltiples acciones, o de lo contrario, en cada temporada estaremos poniendo en riesgo nuestras comunidades urbanas y rurales.