Por el Dr. Christian Folch Cano, Director del Departamento de Agroindustrias de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción
En esta celebración del Día de la Tierra, Naciones Unidas nos invita a “Restaurar nuestra Tierra”, tema que se enfoca no solo en la necesidad de reducir nuestro impacto en el planeta, sino también en cómo podemos poner de nuestra parte para reparar el daño que hemos ocasionado.
En ese contexto, es clave que la industria alimentaria haga propios los desafíos de sustentabilidad ambiental que nos exige el planeta, no solo por su responsabilidad en la explotación de recursos y la generación de desechos -representa alrededor del 30% del consumo total de energía en el mundo y un 22% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero-, sino porque también es altamente vulnerable a las consecuencias del deterioro ambiental, entre ellas, el cambio climático.
El consumo y la producción dependen del uso de los recursos naturales, acompañados de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo en el futuro. Por ejemplo, más del 80% de la dieta humana está compuesta por las plantas, de donde tres cultivos de cereales (arroz, maíz y trigo) proporcionan el 60% de la ingesta energética necesaria.
La disminución de la fertilidad del suelo, el uso insostenible del agua, la sobrepesca y la degradación del medio marino están disminuyendo la capacidad básica de recursos naturales para suministrar alimentos y es por esto imperativo protegerlos racionalmente.
En los próximos años, el sector agroalimentario enfrentará los desafíos de aumentar la productividad de manera sustentable, haciendo un uso eficiente de los recursos naturales, como el agua. Adicionalmente, tendrá que dar respuesta a consumidores cada vez más exigentes e informados respecto a cómo se producen los alimentos, e interesados en productos elaborados con los mínimos impactos.
En ese sentido, me quiero detener en la oportunidad que tenemos de avanzar a paso firme hacia la descarbonización de la matriz energética. Chile tiene condiciones ventajosas para el uso de energías renovables no convencionales, donde destacan los paneles solares y se nos abre un abanico de opciones cada vez más cercanas, como la energía eólica y las baterías de litio y de hidrógeno “verde”.
Quiero destacar el uso de paneles fotovoltaicos a nivel industrial, tal como lo viene haciendo un número creciente de empresas y como lo hicimos hace un par de meses en la Planta Piloto Agroindustrial de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la UdeC, en el Campus Chillán, en la que estamos apostando por generar la totalidad de la energía que demanda esta unidad durante el día, pero más importante aún, queremos mostrar a nuestros estudiantes, a la industria y a la comunidad en general, las ventajas de este tipo de soluciones.
Las empresas pueden ser parte de la solución aumentando la inversión en el desarrollo de productos y servicios innovadores e inclusivos, climáticamente inteligentes y con bajo nivel de emisión de carbono, preparándose para adaptarse al cambio climático y reforzando la resiliencia en sus operaciones, las cadenas de suministro y las comunidades en las que operan.