Por: Misael Sandoval Cárcamo, estudiante Doctorado en Educación, Universidad de Concepción.
Nuestro cerebro es uno de los órganos más importantes del cuerpo, y su salud es fundamental para nuestro bienestar general. Como padres, educadores y miembros de la sociedad, debemos reconocer y valorar la relación positiva que existe entre la actividad física, el rendimiento académico y la salud mental de los niños y adolescentes.
Diversas investigaciones han revelado que el estado físico de los niños está directamente relacionado con su desempeño académico. Por ejemplo, se encontraron vínculos entre el rendimiento global en el ámbito académico, el rendimiento en matemáticas y el rendimiento en lectura, lo que indica que los diferentes aspectos de la capacidad física podrían estar interconectados con el rendimiento académico en niños preadolescentes de manera general. Asimismo, el aumento de la aptitud física durante la edad escolar se ha vinculado con mejoras en las funciones ejecutivas, como el control inhibitorio y la memoria de trabajo.
En este sentido, es fundamental que las instituciones educativas consideren la implementación de programas basados en la actividad física para promover la salud del cerebro en los estudiantes. La inclusión de programas de educación física de calidad, la incorporación de descansos activos durante las clases y la promoción de estilos de vida activos pueden ser algunas de las posibilidades a explorar en el contexto escolar. Estas intervenciones no solo contribuirían a mejorar el rendimiento académico, sino que también fomentarían la salud mental y el bienestar de los estudiantes.
A nivel nacional, es necesario relevar la importancia de implementar estrategias que promuevan la actividad física en el ámbito escolar. Dado el preocupante aumento de la inactividad física durante la infancia y las tasas crecientes de obesidad en el país, es necesario que las autoridades educativas y de salud trabajen en conjunto para desarrollar políticas y programas que fomenten la actividad física y la salud del cerebro en las escuelas chilenas.
La Ley General de Educación (LGE) refuerza en su artículo número dos la importancia de fortalecer el aspecto físico en las comunidades educativas. De acuerdo con esta ley, es fundamental que el elemento físico alcance su desarrollo óptimo, por lo que se le asigna a la Educación Física una responsabilidad a nivel legislativo. Los padres y las familias también desempeñan un papel crucial en la promoción de la actividad física y la salud mental de sus hijos. Es fundamental fomentar hábitos saludables desde la edad temprana, como el juego activo al aire libre, la participación en deportes o actividades físicas en familia, y limitar el tiempo sedentario frente a pantallas. Además, mantener una comunicación abierta y apoyar el interés de los niños y niñas por la actividad física puede ser un factor determinante para que adopten un estilo de vida activo utilizando estrategias diversificadas de enseñanza que posibiliten el compromiso y motivación en el aprendizaje, tal como lo señala la política ministerial que propone el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA).
Así, la actividad física no solo beneficia al cuerpo, sino que también desempeña un papel crucial en el rendimiento académico y la salud mental de los niños y adolescentes. Las investigaciones respaldan la idea de que la inactividad física durante la infancia y la adolescencia es una preocupación creciente. Por tanto, es fundamental la implementación de estrategias en el ámbito escolar y el apoyo que otorgan las familias a las y los estudiantes. De esta forma, podemos promover un cerebro saludable y asegurar un mejor futuro para nuestras generaciones venideras.