El anuncio de la suspensión indefinida de las actividades de la planta Siderúrgica Huachipato, ubicada en Talcahuano, revivió los fantasmas de otras empresas que enfrentaron fuertes crisis en la región, acarreando desempleo y empobrecimiento para las comunas.
Ejemplo de esta situación es el debilitamiento productivo de la industria del carbón que comenzó en la década del 50, cuando se modifica la matriz energética del país con la introducción del petróleo y la hidroelectricidad, desplazando al carbón como primera fuente energética. Sin embargo, el fin de la actividad minera institucionalizada se concretó el 17 de abril de 1997 con un anuncio del presidente de ENACAR, Jaime Tohá González: el cierre constituye la “única opción responsable”.
Un duro golpe para la industria carbonífera nacional que dejó a aproximadamente 9 mil trabajadores cesantes y que se concretó tras una ola de despidos iniciada un año antes.
Entonces, –y tal como recuerda Víctor Hernández, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UdeC– el gobierno de la época buscó soluciones, que no cumplieron con las expectativas.
Madera, microempresa, pesca y turismo fueron las opciones de reinserción laboral en Lota. Se pensó en una planta procesadora de algas, en un plan de obras públicas, en parque y condominio industrial con unas 15 industrias medianas para dar trabajo a 300 personas. Sin embargo, no resultó el proceso de recalificación y readecuación de las personas. No hubo interés y no se desarrollaron otras capacidades, mostrando que a mayor edad de los ex trabajadores, las opciones fueron más restrictivas y con menor recepción.
En tanto, la seremi del Trabajo y Previsión Social del Biobío, Sandra Quintana, expuso “que el gran error que se cometió en esa oportunidad, y es lo que vamos a tener que mirar con mucha detalle, es el tema de una reconversión persona a persona”.
Otra historia es la de Fanaloza. Fundada en 1899, la empresa se dedicó a la producción de ladrillos. En 1927 surgió la Fábrica Nacional de Loza (Fanaloza) que en 1930 se transformó en la Fábrica Nacional de Loza-Penco.
En 1990 estuvo involucrada en un escándalo financiero luego que Feliciano Palma, en ese entonces dueño de Cerámicas Lozapenco, defraudara al fisco por más de US$45 millones.
Tras 124 años, Fanaloza cerró sus operaciones en agosto de 2023, con el despido de unos 150 trabajadores.
Con estos antecedentes, el académico UdeC expuso que “los impactos del cierre de Huachipato pueden ser mayores, porque hoy la tasa de desempleo es también mayor”.
Bellavista Oveja Tomé, la empresa textil más antigua de Chile, también forma parte de la lista de industrias que enfrentaron crisis en Biobío. En 2007, cerró debido a dificultades financieras, después de 142 años de existencia.
Pese a que negociaba un crédito con BancoEstado para seguir en operación, la deserción de importantes clientes, puso punto final a su continuidad. Acto seguido, la fábrica despidió a más de 800 trabajadores.
Para Hernández, además de la cesantía, la caída de estas entidades puede verse afectada por “inestabilidad política, que va a dificultar soluciones, mientras no se tome conciencia del problema”.
Finalmente, en noviembre de 2018 se anunció el cierre de la fábrica de zapatos Albano en Concepción, dejando a 160 operarios y argumentando una serie de factores, entre ellos, la fuerte competencia de productos que ingresan desde Asia.