Sus orígenes se remontan al siglo XIX en España. Sin embargo, con el pasar de las décadas, en Chile fue adquiriendo su propio sabor e identidad hasta convertirse en uno de nuestros productos gastronómicos más populares y emblemáticos. Se trata de la Longaniza de Chillán, exquisita versión del tercer embutido más consumido en el país, que recientemente obtuvo su Denominación de Origen.
¿Qué es la Denominación de Origen? Es un sello distintivo otorgado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi), mediante el registro de ciertos derechos industriales que permiten la valorización y la protección de aquellos productos chilenos que gozan de una alta vinculación local, a través de su identificación, posicionamiento y diferenciación.
Así, gracias a un arduo trabajo de un grupo de productores cecineros de la Región de Ñuble, con el apoyo de Inacap y de otras instituciones públicas y privadas, lograron que la Longaniza de Chillán ingresara a la lista de productos chilenos que hoy cuentan con este sello.
De esta manera, el Inapi reconoció con esta denominación la calidad y características propias de este producto, lo cual contribuye al patrimonio cultural y gastronómico chileno, y beneficia directamente al turismo y la economía local.
El proceso para obtener la Denominación de Origen “Longaniza de Chillán” tomó más de cuatro años, implicó el cumplimiento de estrictos requisitos de producción, y contó con la participación tanto del sector público como del privado, destacando el apoyo otorgado por el Ministerio de Economía, Inapi e Inacap, a través de su Centro de Innovación Gastronómica y también de su Sede Chillán.
Además de cumplir con la vinculación entre el espacio geográfico y el producto, se debe acreditar la presencia de factores naturales y humanos característicos del lugar de origen, como técnicas y tradiciones de elaboración específicas.
Camilo Benavente, alcalde de Chillán, afirmó que “continuamos avanzando como capital regional y resguardando nuestra riqueza, nuestro patrimonio. Alcanzar la denominación de origen con nuestra longaniza es un paso gigante que tendrá un profundo impacto en términos económicos y culturales, pues estamos ratificando de manera legal la identificación que tenemos a nivel nacional e internacional con nuestro producto estrella. Chillán destaca por su gente, por su cerámica de Quinchamalí, por sus termas y por supuesto por la longaniza que hoy más que nunca le dice al país: “yo soy de Chillán””.
Desde 2012 que Inapi ha impulsa el programa Sello de Origen en conjunto con el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, una iniciativa que contempla la entrega de cuatro sellos: Indicación Geográfica, Marca Colectiva, Marca de Certificación y Denominación de Origen.
La “Longaniza de Chillán” se suma así al listado de productos nacionales que han recibido esta Denominación de Origen, destacando entre ellos el Aceite de Oliva del Valle del Huasco, la Chicha de Curacaví, la Sal de Cahuil, la Alfarería de Pomaire o las Chupallas de Ninhue.