Dr. Rolando Hernández Mellado, Rector Instituto Profesional Virginio Gómez
Pocas instancias invitan a la transformación tanto como lo hace una crisis. Cuando creíamos afianzarnos en un liderazgo regional dentro de Latinoamérica, nos enfrentamos a otras realidades que no llegábamos a imaginar. Indiscutible es que nos corresponde repensar objetivos y nuestra realidad cómo país, pero de nada sirve ese esfuerzo si no contamos con las personas, cuya técnica, habilidades y conocimientos puedan moldear esa visión. En ese contexto, la Educación Técnico Profesional, como un pilar en el desarrollo productivo del país, toma un rol protagónico.
Las alternativas de estudio en el área técnico profesional se van acrecentando, al igual que el interés en su oferta académica. A nivel de enseñanza media, 4 de cada 10 estudiantes optan por liceos TP. En tanto, a nivel de educación superior, esa cifra se eleva alcanzando los Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales un 58,4% de la matrícula en este año 2022 (SIES).
Los números respaldan los requerimientos del mercado por más técnicos profesionales que pongan sus capacidades al servicio del sector socio productivo. Sin embargo, es un número insuficiente, ya que, se prevé que para el año 2023 la necesidad por estos especialistas se incremente en 27.000 personas, llegando a una cifra entre 600 y 700 mil técnicos profesionales faltantes en el país.
Cada vez más valorada por las y los jóvenes, la educación superior TP da una excelente respuesta al ritmo de los nuevos tiempos, donde la inmediatez acompaña el diario vivir de nuestra sociedad. Ante ello, este modelo de educación se sitúa como una prioridad dado el menor tiempo que conlleva obtener un título, lo que se destaca como una de sus ventajas comparativas. Asimismo, la flexibilidad, adaptación y versatilidad de estas carreras, que permite transitar hacia objetivos personales principales, dejando espacios a otros intereses, se suma al aseguramiento de su calidad bajo estándares definidos.
Con todos esos beneficios, y el reconocimiento que se hace de ellos, cuesta entender que aún se mantengan reparos al escoger un rumbo laboral, muchos de ellos, ligados a antiguas estructuras propuestas por un modelo de educación que, cada vez, va quedando más atrás. Debemos dar un salto directo y sólo así se podrá erradicar las brechas sociales que dificultan nuestras capacidades de desarrollo como país, procurando no repetir las mismas equivocaciones que algún día fueron la base de las desigualdades en la educación y el país en general.
Actualmente, se inició un nuevo periodo de cara a la admisión 2023. Muchos de nuestros jóvenes están tomando decisiones relevantes para su futuro, iniciando el camino de formación que los llevará a cumplir sus objetivos. Esta elección debe estar fundamentada en lo que realmente desean, más que en responder a las expectativas que otros tengan sobre ellos porque al final del día, es la motivación que pondrán en sus actividades las que impulsarán el desarrollo del país.
Así, la relevancia de la Educación Técnico Profesional en el desarrollo de nuestra sociedad nos recuerda que es una instancia de plantearnos frente al futuro en igualdad, dejando atrás las barreras, muchas de ellas completamente injustificadas, para seguir avanzando hacia una sociedad más justa y equitativa en oportunidades.
Sin embargo, esta misión no sólo abarca a quienes nos toca estar hoy al frente de instituciones de educación. Este es un trabajo conjunto, que requiere esfuerzos conjuntos de la comunidad, desde su núcleo como es la familia y seres queridos, del sistema de educación, de las empresas, del Gobierno y tantos otros que debemos interactuar en un círculo virtuoso de desarrollo para todo aquel que quiera emprender el camino de cumplir sus sueños, buscando el bien común. Finalmente, levantar un país es cosa de todos, y para todos hay espacio y tareas.