Camila tiene 3 años y estuvo en la UTI del Hospital Regional Guillermo Grant Benavente para recibir injertos y curaciones. Todo comenzó un domingo en el que la calma se esfumó, cuando un hervidor con agua caliente cayó sobre ella, provocándole quemaduras en su cabeza y rostro.

Su madre, Ana Zambrano, recuerda el incidente doméstico y los pasos siguientes: tras la primera atención en el Hospital de Los Ángeles, la niña ingresó a Pabellón y luego a la UCI por 6 días, antes de ser trasladada a Concepción, para continuar el tratamiento en el Servicio de Quemados.

Poco más de dos meses han pasado desde ese accidente y Camila recibió el alta. El oportuno actuar de los equipos médicos permitió que hoy esté sana y sin huellas de los injertos realizados en su rostro.

Camila no es la única. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 1% de la población pediátrica sufre quemaduras cada año, lo que equivale a 15 millones de niños. Este grupo es especialmente vulnerable a estos accidentes, ya que se trata de la quinta causa más común de lesiones infantiles no mortales y, pese a que un importante factor de riesgo es una supervisión inadecuada por parte de los adultos, un número considerable de estas lesiones se asocian a maltrato.

¿Cuáles son las causas más frecuentes de estas quemaduras? Dalton Azócar, cirujano infantil del Hospital Regional, mencionó que “tradicionalmente, y hasta el día de hoy, son provocadas por líquidos calientes”.

Una quemadura es una lesión en la piel u otro tejido orgánico causada principalmente por el calor o debido a la radiación, la radiactividad, la electricidad, la fricción o el contacto con sustancias químicas. Las quemaduras térmicas (provocadas por el calor) se producen cuando las células de la piel u otros tejidos son destruidas por líquidos calientes (escaldaduras), sólidos calientes (quemaduras por contacto) o llamas.

Por lo anterior, el médico explicó que los tratamientos son dolorosos, pero el malestar se minimiza, gracias a que “todos los procedimientos, ya sean curaciones o intervenciones, se realizan bajo anestesia general hace muchos años”.

Sobre los tiempos de hospitalizaciones, el Dr. Azócar indicó que dependen de la profundidad y extensión de las lesiones.

“El mejor tratamiento de una quemadura es que no se produzca, es decir, prevenir”, enfatizó el facultativo.

Acompañamiento integral

En noviembre se cumplirán dos años desde que Coaniquem, la Corporación de Ayuda al Niño Quemado, inauguró su Centro de Rehabilitación en la capital del Biobío, sumándose a los que funcionan en Antofagasta, Santiago y Puerto Montt. Un espacio más que necesario, considerando que –según cifras de la misma entidad– cada año, 80 mil niños, niñas y adolescentes sufren quemaduras en Chile.

“Muchos pacientes que necesitaban rehabilitación tenían que viajar a Santiago, que era el centro más cercano (…) por lo tanto, el estar acá facilita mucho el acceso y la oportunidad en la atención de estos niños”, reflexiona Carlos Vera, director de Coaniquem Concepción.

El modelo de atención considera tratamiento gratuito para niños y jóvenes hasta los 20 años, además de asesoría integral para sus familias. El centro se ubica en San Pedro de la Paz (Valencia #48), cuenta con un convenio de cirugías con la Clínica Sanatorio Alemán, y la Casa Betania funciona como hospedería para quienes lleguen desde otras ciudades.

Eso bien lo sabe Pilar Muñoz, quien hace 17 años acompaña a su hija en el proceso de recuperación por quemaduras. Desde Ñipas viajaban periódicamente a Coaniquem en Santiago, pero ahora la rehabilitación es en el centro ubicado en Concepción.

Según Carlos Vera, las estadísticas de la institución indican que el 90% de las quemaduras infantiles ocurren en el hogar, el 80% suceden en presencia de un adulto, y el rango entre los 2 y los 6 años de edad es donde se produce la mayor parte de los casos.

Además, coincide con el Dr. Azócar en que “durante todo el año, la causa más importante de quemaduras es el agua caliente”, indicando que, por ello, “hicimos una campaña que se llamaba ‘el fuego transparente’, para entender que no sólo el fuego quema, sino que también el agua hervida causa mucho daño”.

En Coaniquem el modelo de atención integral a las familias se enfoca, principalmente, en dos áreas: orientación psicológica para bajar el sentimiento de culpa de los padres y adherencia al tratamiento.

En 2023 el centro atendió a 365 pacientes y a junio de este año ya han tratado a otros 438.

Una tarea que Sofía Pino Aldea conoce de cerca. Es enfermera en el policlínico de pacientes agudos, donde tratan a “todos quienes han sufrido una quemadura reciente, y que llegan acá por consulta espontánea o que son derivados desde otros centros, generalmente, de atención primaria, y continúan sus curaciones aquí”.

La profesional indicó que, tras ello, se evalúa si el paciente requiere continuar con la etapa de rehabilitación.

Cuando el paciente es dado de alta de enfermería, es evaluado por fisiatras, para así determinar las derivaciones a rehabilitación con kinesiología y terapia ocupacional.

“Trabajamos las cicatrices y quemaduras en cara, cuello y manos, y la kinesióloga se encarga del resto del cuerpo”, contó la terapeuta ocupacional Soledad Conejeros, agregando que “el tratamiento dura aproximadamente un año o un año y medio, después de eso podemos ver avances”.

Prevención y cuidados

¿Qué hacer ante una quemadura en el hogar? La enfermera de Coaniquem recomienda que los primeros auxilios sean prestados en la casa. Para ello, es preciso sacar la ropa para descubrir la lesión, utilizar agua fría por 20 minutos en la zona afectada y cubrir la quemadura con una tela limpia, seca y sin pelusas. Luego, hay que acudir lo más rápido posible al servicio de urgencias más cercano.

En Coaniquem Concepción, se atendieron 46 niños por quemaduras recientes (etapa aguda) en junio de 2023, mientras que en el mismo mes de este año la cifra se elevó a 91.

Sobre este aspecto, Carlos Vera indicó que “hay un tema de prevención que nosotros tratamos de potenciar y tiene que ver con crear ambientes seguros en la casa cuando hay niños pequeños”, añadiendo que “el mensaje primario es que el fuego daña no solamente con el dolor del momento, sino que es de largo plazo. Al ser afectado por una quemadura hay parte celular de nuestra piel que muere, y eso nunca más se recupera, solamente hay posibilidades de rehabilitar e injertos”.

En lo que respecta a la prevención, se aconseja mantener a los niños fuera de la cocina, dejar el horno completamente cerrado, ya que la puerta de éste podría dificultar el paso y prestarse para que las ollas calientes pierdan el equilibrio, y preferir cocinar utilizando los platos traseros de la cocina. Al consumir alimentos, evitar sentar a los niños en el regazo, porque pueden tratar de alcanzar algo en la mesa o ponerse a jugar y pasar a llevar tazas o recipientes con agua hirviendo, además hervidores o termos, deben encontrarse en otro lugar.

Finalmente, se sugiere pasar el enchufe por atrás de los artefactos de calefacción eléctrica, para evitar que alguien se enrede en el cable, volcando la estufa.

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