Por Maricarmen Guerra, Doctora en Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Washington e investigadora asociada de la unidad MOTOR del centro COPAS Coastal.
El sector energía representa alrededor del 60% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que hace ya bastante tiempo que buscamos desarrollar nuevas fuentes de energías renovables que complementen e incluso reemplacen a las fuentes energéticas tradicionales como el carbón y el diésel.
Las Naciones Unidas ha definido como objetivo de desarrollo sustentable número 7 garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna, y ha propuesto metas como aumentar la cooperación internacional en investigación y acceso a energías limpias y renovables, y modernizar la infraestructura energética sobre todo en países en desarrollo incluyendo estados insulares.
Chile ha establecido que el 40% de la matriz energética provenga de energías renovables no convencionales (ERNC) al 2030 y se ha discutido aumentar esta meta al 60%, concentrándose en la implementación de parques solares, de energía eólica y biomasa, además de la hidroelectricidad de pasada.
¿Qué pasa con la energía disponible del océano?
El océano es una de las fuentes de energía más abundantes del planeta y es relativamente no explotada. El océano está en constante movimiento, ya sea por la acción del sol, del viento, las fuerzas gravitacionales o por la rotación de la Tierra. Podemos entonces pensar que nuestro océano es como una enorme batería y que de alguna manera podemos generar electricidad aprovechando esta fuente energética prácticamente inagotable.
Hoy en día existen varias formas de energía marina: la energía undimotriz (olas), la energía mareomotriz (mareas) y los gradientes térmico y salino. Los beneficios de este tipo de ERNC es que es abundante, predecible e inagotable, pero su costo es aún elevado y poco competitivo con otras ERNC como la eólica o la solar.
Extraer energía de los mares es una tarea difícil. Se requiere lidiar con un recurso dinámico e intermitente que todavía no comprendemos completamente, se necesita que sobrevivan a condiciones climáticas adversas y a altos niveles de energía y turbulencia y que además su impacto ambiental sea mínimo. Por lo mismo, existe una variedad de tipos de unidades generadoras y aún hay espacios para innovar y adecuar los dispositivos a las condiciones oceanográficas y a las necesidades de cada sitio.
Nuestro país tiene gran potencial energético marino disponible, sobre todo en oleaje y mareas. A través de proyectos financiados por ANID y CORFO, junto a aportes privados, y el nacimiento del centro MERIC (ahora EnergíaMarina SPA) y otras iniciativas publico-privadas, se ha podido evaluar el potencial energético marino disponible en las costas de Chile; se han identificado lugares de la costa adecuados para su extracción, se ha formado capital humano avanzado, se han diseñado los primeros dispositivos undimotrices e incluso se ha instalado el primer convertidor de energía de las olas en la costa de Las Cruces (OpenSeaLab, de MERIC), Región de Valparaíso.
Hoy día podemos decir que conocemos bastante bien cuánto recurso energético marino tenemos disponible y que tenemos las capacidades para evaluar sitios de interés, instalar dispositivos extractores de energía marina y también para desarrollar nuestros propios dispositivos.
En lo que debemos enfocarnos es en la implementación de este tipo de iniciativas, principalmente en disponer de los instrumentos y lineamientos necesarios para poder ofrecer nuestra costa como un laboratorio natural para la prueba y mejora de unidades generadoras de energía permitiendo así la integración de este tipo de energía como complemento a otras ERNC principalmente en comunidades remotas e insulares.