Un creciente interés está generando en la comunidad la planta desaladora de agua emplazada en Colmuyao, comuna de Cobquecura en la región de Ñuble, que comenzó a operar en junio pasado y de la que sus investigadores a cargo hacen una positiva evaluación.
Se trata del proyecto “Desalinización de agua de mar empleando nanofiltración para consumo humano y agrícola utilizando fuentes de energía renovable y riego automatizado”, dirigido por el académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Concepción, Dr. Rodrigo Bórquez Yáñez.
La iniciativa es parte del portafolio de proyectos que impulsa el Consorcio Tecnológico del Agua (CoTH2O), de Corfo, que lidera la Facultad de Ingeniería Agrícola UdeC.
El proyecto, que concluye en marzo, tiene como objetivo generar una nueva fuente de agua de calidad empleando nanofiltración de agua de mar o agua salobre para su aplicación en cultivos con potencial agrícola en el Secano Costero de la región de Ñuble y también como un suministro alternativo de agua potable para consumo humano.
El Dr. Bórquez explicó que para reducir los costos de energía en el proceso de desalinización se utilizan técnicas de menor consumo energético, como las nano-membranas. Además, la planta se abastece de energía a partir de paneles fotovoltaicos, por lo que no depende de la red pública, y cuenta con baterías que permiten almacenar energía.
La planta tiene una capacidad de producción de 2.500 litros de agua por hora; y va a beneficiar, en total, a tres agricultores usuarios de Indap de la localidad de Colmuyao, quienes podrán usar esa agua tanto para el riego como para el consumo humano.
Según el académico, existe interés de las autoridades por replicar esta planta en otras localidades costeras, sin embargo, reconoció que el acceso a financiamiento es el principal problema. “El alcalde quiere hacer otra planta, con la misma tecnología, pero de mayor tamaño. Está muy interesante, porque los cultivos que se están haciendo están funcionando bien con el agua. Estamos contentos porque tenemos resultados; pienso que es uno de los proyectos que está más cerca de la transferencia”, comentó.
El investigador añadió que “nuestra solución es económica y de implementación mucho más rápida que otras que se están usando hoy, es una alternativa viable para pequeñas comunidades costeras. Con esta planta, pensando en una producción de 20 mil litros por día, se puede abastecer de agua potable a 40 familias”.
Además del Dr. Bórquez, el equipo lo integran el Dr. Gabriel Merino, subdirector del proyecto y académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola UdeC; el Dr. David Lara, también de Ingeniería Agrícola; la ingeniera agrónoma Nicol Romero y el ingeniero civil químico Orlando Espinoza.
Sustentabilidad
La planta se emplaza en el predio de Maribel Henríquez, donde también está el pozo de captación de agua salobre (mezcla de agua dulce y agua de mar) y uno de los invernaderos financiados por Indap, cuyos cultivos se establecieron en julio.
El académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola, Dr. Gabriel Merino Coria, detalló que “ahora se están cosechando las primeras lechugas hidropónicas, que colocamos hace poco más de un mes. También estamos regando papayos bajo invernadero y tomates con sistema por goteo. Estamos viendo frutillas bajo plástico en sustratos de fibra de coco y pronto queremos ver frutillas con riego hidropónico, lo que no se ha hecho”.
“Esta planta es una solución pensando en el futuro próximo, cuando el agua dulce no esté disponible”, sentenció el Dr. Merino, quien hizo hincapié en el menor consumo de agua que representan estos sistemas de riego, como el hidropónico, que demanda 10 a 15 veces menos agua.
“Los pequeños agricultores viven de la venta de frutillas, papayas y hortalizas, y cada vez tienen menos agua disponible en los pozos, a lo que se suma la mayor demanda por la llegada de turistas y las viviendas de veraneo, de hecho, algunos sectores son abastecidos con camiones aljibe. A futuro se ve que el problema del agua va a ser mayor, sin embargo, por el hecho de vivir en la costa estos productores tienen una oportunidad a través de las plantas desaladoras”, expresó.
El Dr. Merino también destacó que los paneles fotovoltaicos alimentan de energía a toda la planta, así como también el pozo de captación. Explicó que el alto consumo de energía de las bombas de alta presión que se utilizan en el proceso de desalación hace inviable económicamente que la planta se conecte a la red eléctrica, ya que sería un gasto muy elevado para los agricultores.