Ante la actual situación de pandemia que vive nuestro país y el mundo debido a la explosiva propagación del Covid-19, han surgido diversas informaciones y opiniones respecto a qué medidas se deben aplicar para controlar la emergencia en sus distintos niveles y en los diversos ámbitos de la actividad humana.
Al momento de abordar el desafío de recuperar a una persona ya enferma, se debe distinguir, por ejemplo, entre antivirales, antibacterianos y vacunas. La Decana de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción, Dra. Soraya Gutiérrez Gallegos, explica la diferencia entre estos conceptos: “Los antivirales son cualquier compuesto que, de alguna forma impiden el proceso de propagación de los virus. Los antibacterianos son compuestos que evitan la propagación de las bacterias; en ambos casos son activos contra un grupo o familia de virus o bacterias». En cambio las vacunas, si bien cumplen el mismo objetivo, detalla la Decana, “son dirigidas contra un virus o una bacteria particular. Ambos impiden el proceso de propagación, pero el mecanismo por el cual lo impiden es lo que hace la diferencia”.
La Dra. Gutiérrez señala que es común que la opinión pública se confunda entre uno y otro, puesto que el objetivo que persiguen ambos es el mismo. “En el caso de las vacunas, lo que se hace estimular al organismo para que produzca anticuerpos que bloqueen al microorganismo (virus o bacteria) que está atacando al paciente”.
Otro concepto que se asocia comúnmente a esta temática es el viricida. La experta explica que se trata de compuestos que “matan a los virus, normalmente agentes físicos para la eliminación tópica de los microorganismos que sirven para limpiar y desinfectar superficies en los laboratorios, por ejemplo, o en los hogares, lo que se recomienda es la solución con cloro o con etanol”, por lo que no tiene que ver con medicamentos que se administren a los pacientes.
En cuanto a los sueros inmunológicos, la Dra. Gutiérrez explica que “hay pacientes que han contraído una determinada enfermedad y han generado sus propios anticuerpos, y esos anticuerpos pueden ser tomados, purificados y administrados a otras personas para prevenir la enfermedad”. Esto es lo que se denomina inmunidad pasiva, puesto que no es el organismo que genera sus propios anticuerpos, sino que se les administra. “Es el caso, por ejemplo, de las inmunoglobulinas, que se inyectan para reforzar el sistema inmune, sueros inmunológicos contra el hanta o antitoxina contra el tétano”. Por otro parte, la Decana explica que la inmunidad activa es cuando el sistema inmune es estimulado para producir sus propios anticuerpos y, así defenderse de la infección mecanismo usado por las vacunas.
En cuanto a las posibilidades de contar pronto con una vacuna contra el COVID 19, la Dra. Gutiérrez explica que es un gran desafío científico, dado que se trata de una enfermedad extremadamente nueva, de la que, por lo tanto, se conoce muy poco. “Todos los estudios están en ejecución, recién la estamos conociendo y una de las últimas cosas de que nos hemos enterado es que este virus no tendría un único mecanismo de ingreso a la célula que infecta, si no, al menos, cuatro. Eso puede complicar el proceso de creación de una vacuna”, afirma y detalla que otras soluciones que se han explorado en otros países dicen relación con la administración de “antivirales genéricos que se usan en otras enfermedades virales como el SIDA, el ébola, y lo que se ha usado en España, Italia y China, por ejemplo, es el interferón, que no son vacunas, si no que actúan evitando el proceso de propagación del virus”.