La degradación y la pérdida de bosque nativo conlleva la disminución de la biodiversidad, una dinámica que no es efímera ni externa, sino que palpable en lo cotidiano, pues reduce la disponibilidad de bienes y servicios ecosistémicos para los seres humanos.
Sin embargo, a pesar de las amenazas naturales y otras producidas por el hombre, existen herramientas para reestablecer los atributos del entorno. De esa forma, la restauración ecológica se alza como un tipo de solución basada en la propia naturaleza, que busca recuperar los atributos y características propias que hubiese tenido un ecosistema de no haber sido afectado o degradado por la actividad humana.
En ese contexto, cobra relevancia el taller de difusión “Implementación y evaluación de la restauración ecológica en bosques degradados de Araucaria araucana en la Cordillera de los Andes y Nahuelbuta”, realizado en el sector de Laguna Blanca, en Curacautín. El proyecto, correspondiente al Fondo de Investigación de Bosque Nativo, financiado por CONAF, es ejecutado por el Laboratorio de Ecología de Paisaje de la Universidad de Concepción (LEP).
Mucho más que plantar árboles
Recuperar bosques es una tarea mucho más compleja que sólo plantar árboles. Primero, se investiga cuáles eran las especies que originalmente poblaban el territorio y después se busca un ecosistema de esas características que se encuentre lo más prístino posible, para luego poder replicarlo en el terreno degradado, sobre la base de la aplicación de metodologías científicas.
En el caso particular de Laguna Blanca en Curacautín, sector escogido para el proyecto de restauración ecológica, este se encontraba afectado por incendios de origen natural (rayos) y alteraciones producidas por décadas de labores madereras. Los terrenos estaban invadidos por quila, característica que dio origen a intensos trabajos de habilitación el año 2020 para comenzar el plan.
“El proyecto corresponde a 1,08 hectáreas y se plantaron 2 mil araucarias el 2021, y primero se plantaron 2 mil coigues el 2020, para ver si este árbol tenía un efecto nodriza sobre las araucarias. También se habilitaron tres bloques con distintos tratamientos cada uno; con mulch (biomasa), suelo desnudo, y otros con y sin coigue. Sobre la base de todos estos tratamientos se plantaron araucarias”, explica la bióloga y doctora en Ciencias Forestales Paula Gatica Saavedra, responsable del proyecto.
Además, agrega que esperan recuperar los atributos claves del ecosistema y obtener resultados distintos que los que presentan los sitios degradados. También, que los valores se asemejen más al ecosistema de referencia, que se obtuvieron de Laguna Blanca y de otra zona cercana a Lonquimay, añade la investigadora del Laboratorio de Ecología de Paisaje de la Universidad de Concepción.
Uno de los actores claves en este ámbito son los propietarios de los sitios donde se llevan a cabo las iniciativas de restauración. En ese contexto, Marco Bentzien, del Lodge Laguna Blanca, señala que ellos tienen un gran compromiso con el bosque nativo y con la reforestación.
“Hacemos agricultura orgánica, que implementa áreas agroforestales y bosque nativo como ecosistema en su totalidad. Las áreas agrícolas que tenemos entre medio de los predios de reforestación sirven como cortafuegos, y también como hábitat de fauna, entonces todo se complementa muy bien”, sostiene el agricultor oriundo de Alemania.
Por su parte, Viviana Ormeño, una de las asistentes al taller, manifiesta “que este tipo de charlas son muy interesantes, importantes y urgentes, por todo lo que ocurre a nivel mundial y en la Región de la Araucanía, donde cada día las plantaciones forestales ganan más terreno. Creo que esto, lo que está haciendo la Universidad de Concepción con la restauración de bosque nativo, debería ser una política pública”, argumenta.
Cabe señalar que el Laboratorio de Ecología de Paisaje trabaja desde hace más de 10 años en distintos proyectos de restauración ecológica. Sobre la base de la investigación y la aplicación de los principios de la ecología de paisaje, la institución ha contribuido a generar conocimiento relevante y a aportar al debate sobre el impacto humano en los paisajes, ecosistemas y especies.