María José Gajardo Beltrán, sicóloga Unidad de Acogida de denuncia, acompañamiento y reparación, Dirección de Equidad de Género y Diversidad Sexual UdeC.
El 17 de mayo de 1990 la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, motivo por el cual, desde el año 2005, se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Transfobia y Bifobia.
En un día que marca un hito tan significativo para la despatologización de las diversidades sexuales, parece relevante hablar de la salud mental y de la importancia de generar ambientes afirmativos y culturalmente competentes, tanto en los espacios terapéuticos como en otros servicios y en la sociedad en general.
Como Psicóloga y mujer lesbiana, he podido reconocer en mi experiencia personal y profesional el devastador impacto que puede tener para una persona de las diversidades sexuales verse enfrentada a situaciones de discriminación, tanto en sus expresiones más crudas como en las microagresiones, que son acciones o comentarios negativos hacia las diversidades sexuales manifestadas en el cotidiano, que pueden no ser intencionales y que están basadas en el prejuicio cultural.
El impacto también se ve en la autoestima, el autoconcepto, el sentido de pertenencia y en la confianza en las propias capacidades. A partir de ello, se pueden desarrollar afectaciones en la salud mental, desde trastornos ansiosos, depresivos e, incluso, el suicidio. Está demostrado que los esfuerzos por ajustar la sexualidad de las personas LGBTIQA+ hacia la cisheteronorma genera un daño emocional grave que incluso podría desencadenar trastorno por estrés post traumático, entre otras alteraciones graves. Y he aquí la importancia de despatologizar, aplicar una mirada afirmativa y culturalmente competente, para generar reales oportunidades de desarrollo, bienestar y salud.
Las prácticas afirmativas son aquellas que contribuyen al reconocimiento de la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género, como variantes normales del desarrollo humano. Aluden a la afirmación de la propia sexualidad como un aspecto sano y gratificante de la identidad, donde cada experiencia es única y válida. Algunos ejemplos de acción afirmativa son: respetar los pronombres, el uso del nombre social o no asumir la orientación sexual de una persona.
Lamentablemente, en el Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género en Chile (2024) realizado por el Movilh, los datos muestran un aumento en un 52% de los casos y denuncias por discriminación hacia la comunidad LGBTIQA+, respecto de su informe del año anterior. Frente a esto, como ciudadanía debemos tomar un rol activo contra la discriminación, lo que inicia tomando conciencia de nuestros prejuicios interiorizados por aprendizaje cultural que pueden llevar a cometer microagresiones o generar actitudes negativas.
Por ello, es importante reconocerlos, identificarlos y, desde ahí, abrirnos a nuevas posibilidades y miradas respecto a la construcción de la sexualidad humana. Es nuestra responsabilidad contribuir a la disminución de los índices de afectación en la salud mental y salvar vidas.
Para nuestra Universidad y para cada persona que compone la comunidad UdeC también es un deber. Por eso, no podemos dejar atrás la aplicación de buenas prácticas para con las diversidades en todos los espacios en los que transitamos día a día. Las aulas son primordiales, pero también lo son nuestras oficinas de trabajo, los espacios comunes, las reuniones internas, asambleas o cualquier otra actividad que me exponga a relacionarme con otra persona. Nuestras acciones pueden salvar vidas y actuar individual y colectivamente para eliminar la discriminación hacia personas LGBTIQA+ es clave.