Con más de 70 años de historia, un posible cierre de Huachipato podría causar grandes estragos en la economía de la región del Biobío. Hace una semana, la filial de Cap anunció la interrupción indefinida de sus operaciones, debido a que las medidas anunciadas contra las importaciones de acero chino fueron consideradas insuficientes.
Entonces, comenzaron los cálculos: a los 22 mil puestos de trabajo que llegarían a término y la incertidumbre para las familias que se formaron al alero de la Siderúrgica, se sumaría el fin de contratos con pymes y la renuncia a varios servicios, entre otras consecuencias.
“Es una de las industrias tradicionales, de la antigua economía”, dice Iván Araya, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UdeC, sobre la empresa acerera. Además, puntualiza que con su término, la tasa de crecimiento no va a ser lo mismo, pues “sería ilógico pensar que Huachipato es irrelevante en el PIB regional. Estamos hablando de entre un 2% y 3% que podría afectar al crecimiento de la región, y en el empleo la tasa de desocupación podría subir un 1% ó 1.5%”.
El experto argumenta que “el impacto de corto plazo inmediato de un cierre eventual de Huachipato tiene un costo importante en el empleo, en la tasa de desocupación y en el crecimiento”.
“Ésta no es la primera vez que Huachipato solicita protección”, recordó el también director del Informe Económico Regional (IER).
Por su parte, Ariel Yévenes, economista del observatorio de Corbiobío, sostuvo que además de los empleos directos, la capacidad productiva de la principal industria del acero nacional influye en todo el sistema de valor regional, por lo que el análisis es aún más profundo.
¿Qué hacer ante este escenario? Araya recuerda que “China es parte de la organización Mundial de Comercio a partir de 2001 y Chile también lo es. Hemos firmado Tratados de Libre Comercio que tienen que respetar algunos elementos, protocolos y regulaciones”, añadiendo que “la experiencia internacional nos indica que hay algunas formas que se han utilizado en el pasado, y que tienen que ver con un buen manejo de negociación estratégica y política”.
Para Yévenes, en tanto, el abordaje a la actual crisis está entrelazado a un rasgo estructural, es decir, “la carencia de una descentralización en serio, donde las autoridades locales y regionales tengan también algo que decir, no sólo en términos del discurso político, sino que tengan medidas a la mano”.
La decisión del cierre se basa en las pérdidas acumuladas que ha tenido la compañía desde 2009, y que al término de 2023 significó un daño neto de US$ 385,5 millones.