Por Gonzalo Vial Luarte
Director Ejecutivo de Huella Local
Este año el “Caso Convenios” tuvo un impacto significativo en la opinión pública, generando una crisis política, social y económica que, a casi seis meses de darse a conocer, sigue sumando nuevas aristas. Pero eso no es todo, ya que esta pérdida de confianza -que desde hace años afectaba principalmente a autoridades, organizaciones e instituciones- también se reflejó en cuestionamientos a la labor de la sociedad civil y de organizaciones sin fines de lucro (OSFL).
Para llevar esto a números, el Estudio de Reputación Corporativa (ERC® 2023) de Ipsos e INC Consultores, constató en agosto de este año que las ONG’S y fundaciones experimentaron una caída de 21% en el índice reputacional.
Debemos ser honestos. No hay duda de que estas entidades sufrieron daños en su imagen por culpa de militantes políticos que aprovecharon los mecanismos estatales para beneficiarse. Sin embargo, cuando se vuelve a poner en tela de juicio su aporte positivo, debido a casos puntuales de corrupción (hay que reconocerlo), también es crucial reconocer que lo ocurrido no representa la norma general respecto al actuar de todas las OSFL.
Es evidente que estamos viviendo una crisis ética-moral en Chile, y frente a ello no podemos “normalizar” el mal actuar y debemos subir el estándar de las conductas éticas. En una sociedad cortoplacista donde se premia “al más vivo”, hay que exigir a la gestión pública un desempeño ético de primer nivel, eliminar la corrupción de raíz, implementar buenas prácticas y llevar a cabo acciones concretas en esa dirección.
Proponemos ir más allá de lo meramente normativo, y considerar la dimensión positiva del cumplimiento en las fundaciones. No es sólo acatar reglas, sino también promover la ética y la transparencia proactiva, reconociendo la oportunidad para restablecer la confianza con nuestro entorno. Abogamos por la adopción de programas de compliance en las organizaciones de la sociedad civil que fomenten la probidad e integridad. A través de esto, podremos recuperar la confiabilidad y credibilidad, aspectos clave en estos tiempos.
A pesar de las malas acciones de unos pocos y de la deficiente fiscalización, es imperativo no empañar el valor inherente de las fundaciones y su papel fundamental como agentes de cambio, pues existen más de 200 mil organizaciones que durante años han actuado de forma correcta.
Enfrentamos el desafío de elevar nuestros estándares en buenas prácticas y de ser conscientes de nuestro impacto para restaurar la confianza en la opinión pública. ¿Cómo lograrlo? Trabajando estrechamente con las comunidades con las que nos relacionamos, marcando así el camino hacia la recuperación y la construcción de una sociedad más justa.