Por Mylene Paul Lizana, Directora Escuela Bocalebu e Integrante Red de Colaboración Centro Nacional de Liderazgo Educativo +Comunidad.
Cuando una mujer está en una posición de liderazgo, sin importar cuál, el “factor” género es un punto de tensión. Es posible que tus ideas y opiniones no sean escuchadas, que no te tomen en serio o que un hombre, solo por el hecho de ser hombre, asuma que sabe más que tú y, por tanto, decida explicarte lo que claramente ya sabes, lo que se conoce como mansplaining. En mi trayectoria como docente y directora, he evidenciado algunas de estas prácticas.
Lamentablemente, en el mundo de la educación se continúan reproduciendo las desigualdades entre hombres y mujeres. A pesar de que el cuerpo docente se compone mayormente por mujeres, los hombres continúan teniendo ventajas para obtener los puestos de poder. Las mujeres debemos luchar más duro para sobrepasar las barreras del machismo en la esfera del trabajo y también fuera de ella.
No solo debemos esforzarnos más para poder ser escuchadas y valoradas en el trabajo, sino que, al mismo tiempo, debemos responder a lo que la sociedad espera de nosotras como mujeres, lo que está asociado a la pasividad y a los roles de cuidado. Cumplir con las exigencias del trabajo, al mismo tiempo que intentamos ser una “buena” madre, hija y/o hermana es muchas veces difícil, particularmente en un sistema que no suele ser muy comprensivo con las mujeres.
Tener un cargo de liderazgo está asociado a lo masculino por lo que se tiene que trabajar muy duro y enfrentar muchos obstáculos, solo por ser mujer. No solo es difícil llegar a este cargo, sino que también ejercerlo, ya que muchas veces los colegas hombres no han recibido de la mejor manera que una mujer sea su “jefa” y, por tanto, actúe como tal. Esto genera una lucha constante donde se debe “probar” todo lo que se es capaz de hacer como líder y los buenos resultados que se pueden obtener, siendo una mujer en el cargo.
No obstante, las mujeres están cada vez en más posiciones de liderazgo, lo que muestra como la sociedad ha cambiado. Debo decir que mi experiencia ha sido gratificante, puesto que conformamos un equipo de trabajo, mayoritariamente mujeres, el cual se caracteriza por ejercer un liderazgo participativo y colaborativo, que ha generado cambios importantes en las prácticas educativas con la finalidad de disminuir las desigualdades entre hombres y mujeres.
Espero que podamos ser una inspiración para las nuevas generaciones y abramos un camino para que no tengan que pasar por las mismas dificultades que las mujeres de mi generación. Para ello necesitamos el apoyo de nuestros compañeros, así juntos podemos avanzar hacia una sociedad más justa.
Necesitamos más mujeres en cargos directivos, somos muy capaces y lo hemos demostrado.