Por Rodrigo Meliqueo Santander, jefe de carrera de Industria Alimentaria del Instituto Profesional Virginio Gómez, sede Chillán.
Para muchos estamos en la era de la información gracias a Internet. Asimismo, por redes sociales circulan datos tan poco fidedignos, que finalmente no hacen más que confundir. Entre ellos, los que abogan por la calidad de la alimentación.
Claramente, el concepto de alimentación “natural” de nuestros abuelos ha cambiado y el poco tiempo del que disponemos nos aleja de pasar mucho tiempo cocinando. Frente a esto, la industria provee de alimentos congelados y precocinados que ofrecen una rápida solución al menú diario, aportando calidad en poco tiempo y sin mayor esfuerzo.
Sin embargo, como todo, debemos considerar aspectos relevantes al momento de su consumo para sacar el mayor provecho a un producto que puede facilitarnos uno de los aspectos fundamentales en la vida. Como los alimentos ya han sido tratados, el ahorro de tiempo es una de las mayores ventajas, especialmente considerando que muchos platos vienen completamente preparados e, inclusive, en un recipiente para servir, ahorrando la tarea de lavar platos. Para quienes pensamos en un planeta más sustentable, podemos buscar la mejor alternativa o procurar que esta opción sea menos seguida.
Hace algunos años se colocaba en duda la calidad de los alimentos congelados. Sin embargo, la Industria Alimentaria ha evolucionado enormemente y hoy entrega datos fidedignos de todo el aporte nutricional en porciones y, también, por ingredientes, lo que te ayudará a llevar una dieta saludable aun comiendo comida congelada. Además, las etiquetas deben incluir el listado de alérgenos alimentarios que contiene cada producto alimenticio.
Si a esto sumamos la gran variedad de productos congelados que podemos encontrar en el mercado, que permite ajustar la alimentación a los gustos y necesidades particulares durante todo el año, nos encontramos con un doble beneficio, ya que, además, permitirá una mayor mantención de los alimentos aminorando su desperdicio por caducidad.
Entre tantas ventajas podría parecer que está todo dicho, pero a pesar de los avances de la industria, aún quedan desafíos por alcanzar, especialmente para quienes tienen un paladar más exigente, ya que, el alimento congelado no tiene el mismo sabor que uno fresco, así como tampoco permite mucha improvisación al prepararlos, especialmente si consideramos que cada alimento está realizado bajo propiedades diferentes que precisan técnicas de cocinado distintas.
Por ello, una gran alternativa es aprovechar las ocasiones que se tengan para disfrutar de los sabores de la temporada, y si no es posible, bien se puede recurrir a los alimentos congelados. Eso sí, y como recomendación, siempre debe adquirirlos poco antes de finalizar su compra, especialmente en este tiempo de calor más intenso, para no romper la cadena de frío que es indispensable para resguardar la calidad de los alimentos.