Por: Tammy Pustilnick Arditi
Abogada, presidenta de Descentralizadas y candidata constituyente por el Distrito 20.
No es que no tengamos voz, sino que no ha sido debidamente escuchada.
Cada 8 de marzo, no sólo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908, sino que se reivindica la necesidad de justicia social.
Derecho a una vida libre de violencia, igualdad salarial, acceso sanitario y a derechos sexuales y reproductivos, son sólo parte de las exigencias que como mujeres hemos establecido como necesarios, porque queremos avanzar hacia una igualdad real, donde gocemos efectivamente de los mismos derechos y oportunidades.
Actualmente, estamos viviendo una realidad inquietante producto de la pandemia, generando la salida del mundo del trabajo, lo que nos ha llevado a un retroceso de 10 años en la participación laboral según datos de la CEPAL. Las mujeres que han perdido sus empleos no están buscando reintegrarse, no porque no quieran, sino porque las redes de apoyo no están disponibles, y el rol de cuidado sigue recayendo, casi en su totalidad, en nosotras.
Por lo mismo, debemos avanzar en el deber del Estado de reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados como una actividad económica que crea valor agregado, que produce riqueza y bienestar social en nuestro país, porque tal como se ha reiterado: “eso que llaman amor, es trabajo no pago”.
Asimismo, hoy más que nunca necesitamos garantizar una democracia paritaria, asegurando la participación y la representación política de las mujeres en cargos de elección popular, organismos autónomos y poderes del Estado. No sólo porque somos la mitad de la población, sino porque es un tema de equidad y justicia social.
Necesitamos trabajar como sociedad para prevenir, erradicar y sancionar la violencia y garantizar una educación no sexista, que deje de promover roles y estereotipos de género que nos llevan a utilizar frases como “el que te quiere, te
aporrea” o “te pega porque le gustas”.
Sabemos que hoy una de cada tres mujeres sufre violencia y, por ende, no es un tema “de mujeres”, sino del deterioro de la sociedad. Y aunque estemos en el año 2021, seguimos siendo fuertemente discriminadas, violentadas y asesinadas por el sólo hecho de ser mujeres.
Así, nuevamente en un 8M, alzamos fuertemente la voz, por nosotras, por las que ya no están y por las nuevas generaciones que vendrán.